viernes, 30 de julio de 2010

Huellas en la arena

Es un atardecer hermoso pensó. Los colores y la inmensidad del cielo la transportaron a una playa de arena blanca, donde vestía de blanco y llevaba puesto un hermoso sombrero con un listón que combinaba con sus ojos color esmeralda. Caminaba a la orilla donde sus pies el agua podían sentir, la brisa acariciaba su cuerpo y el viento transportaba el dulce murmullo del mar. Miro hacia atrás y sus huellas habían sido borradas, la mujer se estremeció, junto con sus pasos su sonrisa se había borrado también. Como me ha de encontrar entonces mi amor, si mis pasos no podrá seguir?...Ella no lo pudo soportar, su vista se empezó a nublar, lagrimas empezaron a rodar. El cielo la acompañó en su tristeza y gotas de lluvia empezaron a confundirse con aquellas gotas que su boca estaban a punto de tocar. Corrió, corrió y corrió hasta de rodillas la arena tocar. Suspiro y de repente sintió algo en su hombro, mi caballero me ha encontrado pensó; no era mas que su cabello que de la cola se deslizo. Camino al muelle en donde en una silla se recostó, cerro los ojos y cuando los abrió lo primero que capto su mirada fue la luna menguante que le sonreía. Ella no lo pudo evitar y con el mismo gesto le respondió, voltio atrás nuevamente y su sombrero en una silla desolada fue lo que vio. Mi sombrero pensó, el viento se lo había llevado recordó. Tal vez al ver mi tristeza y soledad me lo ha devuelto. Seguia pensando en lo mismo cuando los labios de su amor pronunciaron su nombre, se oía como una dulce melodía. Ella sorprendida le pregunta cómo me has encontrado si no he dejado huella que seguir, pues el mar se las adueñó. No necesito seguir tus pasos porque siempre he estado a tu lado, no mires hacia atrás, a tu lado es donde pertenezco y allí me quiero quedar.

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